Siempre trae cosas nuevas la brisa
Todo parte en su mirada…aunque a mà me encante perderme en cada punto de su cara.
Dentro de un viejo tranvÃa, como si nada fuera a importar, la abrazas por detrás, la miras de reojo y observas su perfil, tocas delicadamente sus facciones y a tu mente viene la idea de querer permanecer ahà mucho más tiempo.
Disfrutar del sabor de sus labios y sus pupilas expectantes, resaltando en ella la energÃa habitual de su mirada.
La miro en el silencio, la verdad que ya perdà la cuenta exacta, pero aun no entiende el lenguaje de mis ojos, mi alma la abraza en silencio.
Disfruto del desorden, de las noches de desvelo que me invitan a ver otra realidad, creyendo en la particularidad de sus labios, y es que, percibo su voz y vuelvo a ser caos que da calambre, fugaz, frenético…Incontrolable.
No quiero despegarme de las sábanas, su perfume aún está presente en ellas, un suspiro, un anhelo, un recuerdo y un volvemos a un nosotros.
Declárame la guerra, vamos a derribarnos en un cuerpo a cuerpo y cuando nos encuentren que no quede nada de nosotros, un vacÃo, como las noches de Lisboa sin ti, como mis ojos sin la luz de los tuyos.
Se nos ha hecho tarde, alguien ha robado al tiempo y a mÃ, me faltan mil vidas que ofrecerte, pero hagamos bajo las sobras un sendero, quizás, donde tus manos me guÃen.
El tiempo ha pasado más rápido de lo que podÃa recordar. Casi tan rápido y liviano como la luz de la mañana que, tÃmida, pero constante, devoraba la oscuridad de la habitación a través de la ventana entreabierta, iluminando nuestros cuerpos abrazados.
Perdà la cuenta de mis pasos y me quedo a vivir en las alturas si me miras.
¡QuemarÃa siete vidas por andar en los tejados a tu lado!